Miguel José Moya

La curiosidad es fundamental para comprender las personas y el mundo

Después de llevar algún tiempo haciendo entrevistas, se tiene la impresión -inconsciente, se podría decir- de que el proceso se da siempre de la misma forma. Cada quien tiene su estilo, por supuesto, pero básicamente el procedimiento es: investigar sobre la persona a quien se va a entrevistar, elaborar algunas preguntas, hacer la entrevista y editar respuestas o interrogantes de ser necesario; al final se logra el resultado y se publica. Solo diré que en este caso no fue así. No se si sería conveniente catalogar de surrealista esta experiencia, solo puedo decir que tuvimos que reunirnos más de una vez para hablar sobre el tema de la felicidad (tópico central de esta edición) y concretar la entrevista; y al final terminamos hablando de arcoíris mágicos, chamanes mexicanos y lagartos asombrosos… menos sobre la felicidad.

Desde que se entra a la oficina de Miguel José Moya se percibe un aire de tranquilidad, curiosidad y misticismo; pues los elementos que la adornan son casi tan diversos y lejanos como los lugares de donde vinieron. Fotografías con personajes de almas milenarias, piedras transparentes formando pirámides inconclusas, publicaciones enmarcadas de campañas que desarrolló cuando fue director creativo de Young and Rubicam & Damaris y Director Creativo Asociado de MacCann Erickson ( las dos agencias publicitarias internacionales más grandes del país) , una lámpara exótica hecha de caracoles flotantes que emite una canción imposible cuando el viento la golpea… y una infinidad de elementos singulares traídos de sus viajes a cada rincón del planeta. Ahí fui recibida.

Hablamos de todo. De cómo pasó de ser el vicepresidente del Banco Popular (cargo que obtuvo a los 23 años de edad) a retirarse a Jarabacoa para prepararse y convertirse en un líder que dirige procesos de transformación corporativos y manejo de crisis. De cómo decidió asumir esa transición trabajando dos semanas en una construcción en Bávaro, comiendo y compartiendo con aquellos obreros constructores y de cómo considera que lo que hace ahora es simplemente producto de “tener sensibilidad para reconocer, valor para asumir y crear las circunstancias para dejarse utilizar como ‘instrumento’ de la vida y del propósito que esta tiene para él”. No hubo ninguna experiencia traumática o radical que lo hiciera tomar esta decisión, solo decidió atender el llamado que por tanto tiempo había estado escuchado y no había respondido.

Miguel José, más que un conferencista es el creador de procesos y metodologías experienciales únicas en el mundo, como es el caso del proyecto Misión Posible (experiencia de confrontación aplicada a corporaciones que en el proceso, como valor agregado, ha conseguido reconstruir más de 150 casas de familias humildes) y el DEI (Desarrollo de Equipos Integrales), impartido a más de 250 mil personas en un periodo

relativamente corto, logrando resultados tan efectivos que el Grupo E. León Jiménez lo ha contratado en tres ocasiones diferentes. El éxito obtenido con sus talleres y metodologías no se atribuye a “que él sepa lo que esta haciendo”, sino a que “ha asumido con responsabilidad lo que la vida le ha puesto como misión en ese momento”, según sus propias palabras. ¿Cuál es la fuente de inspiración para crear técnicas con resultados tan efectivos? “poder anticipar la influencia positiva y trascendental que tendrá la implementación de estos procesos en la vida de las personas que lo experimenten”. “Estos procesos inductivos-prácticos desplazan a las personas de su zona de comodidad y lo confrontan con una serie de incongruencias que el individuo no ha tenido la sensibilidad para reconocer que esas incongruencias se encuentran en conflicto con lo que la empresa esperan lograr de ellas. La tolerancia, la humildad y la gratitud, son elementos presentes en esta metodología y hay una parte espiritual que se perfila como una ‘consecuencia’ de este método”. De ahí que las personas mejoren su vida personal y la productividad de la empresa.

“Hay que preguntarse, ¿qué promueve lo que uno hace? Es la forma mas fácil de darse cuenta si lo que uno hace es digno y si es congruente con el propósito de vida de uno”. Fue una de las expresiones que más llamó mi atención. Así seguimos, hablando de su trayectoria, de su adolescencia que transcurrió en Nagua (su pueblo natal) entre olas del mar y preguntas constantes acerca de la vida y las personas. Pero nunca llegamos al tema de la felicidad.

Así que concluí que la felicidad no se explica, sólo se siente … es un proceso de influencia que experimenté a lo largo de toda la entrevista. Incluso de camino, en el segundo viaje, los 3 pasajeros del vehículo que nos llevaba hasta allá, sentimos una ola de agradecimiento que se transmitió de una persona a otra sin si quiera nadie decir una palabra. Un monje cisterciense, nos abrió las puertas del monasterio, donde hicimos la sesión fotográfica a Miguel José y nos dio la oportunidad de hacer un reportaje para el destino Bien-etre que aparece en esta misma edición. Unos gatos especiales (Jeremías y Silencio) y unos perros con expresiones faciales increíbles estuvieron presentes en el ambiente todo el tiempo.

Este encuentro más que un diálogo fue una revelación, de que la felicidad se comparte, se siente y se experimenta. De ahí que no exista un formato de preguntas y respuestas en esta entrevista; sino más bien un relato de lo ocurrido. ¿Y que hace feliz a Miguel José?, me atreví a preguntar casi al final, para recibir una respuesta tan precisa e inesperada que quede sin palabras: “el silencio”, me contestó con una gran sonrisa en el rostro.