Crecimiento a través de dolor
La mayoría de las personas teme al dolor, huye de él, lo evita a toda costa, sin saber que este es uno de los mayores impulsadores de la evolución espiritual de cualquier individuo. Y no sólo de la propia evolución espiritual sino que, sabiéndolo manejar, el dolor puede ser responsable de ayudarnos a madurar, crecer y estar más en paz con nosotros mismos.
Sé que algunos preguntarán, ¿cómo es posible tener paz cuando se siente dolor? En primer lugar, aceptándolo, evitando la necesidad de huir de él, reconociendo la lección escondida que trae dicho evento a nuestra vida.
Un ejemplo claro que puedo ofrecerles respecto algún beneficio directo que he sacado del dolor es el siguiente: cuando entendí que el dolor es un proceso humano que hay que sentirlo y experimentarlo, comencé a identificar como reaccionaba mi cuerpo ante tales situaciones: molestias en el cuello, dificultad para respirar, y una sensación general de malestar sobretodo en la parte del pecho… Así era como experimentaba el dolor de manera física, lo mismo me pasaba con el miedo. Una vez aprendí a reconocer estos síntomas, me di cuenta que habían otras situaciones que me provocaban lo mismo y por ello era capaz de identificarlas como ‘no provechosas’ para mí y tomar una decisión con tiempo: un negocio que dudara en cerrar o simplemente una persona que acabara de conocer.
Sin embargo, hay una marcada diferencia entre dolor y sufrimiento. El mismo Buda lo decía: El dolor en inevitable, el sufrimiento es opcional.
Experimentar, sentir y vivir el dolor puede ayudarnos a trascender. El sufrimiento es la manía de armar películas mentales y en consecuencia causarnos impactos físicos y emocionales que pueden durar indefinidamente. Entonces la cuestión, como casi todo en la vida, es decidir; si anclarnos al sufrimiento una vez que enfrentamos una pérdida, por ejemplo, o vivirla y aceptarla como parte de la existencia humana, sabiendo que todo es pasajero.
Así que la próxima vez que te encuentres ante una situación desagradable que te cause dolor, hazte las siguientes preguntas:
¿Por qué me duele?
¿Que tan frecuente me encuentro en este tipo de situaciones?
¿Qué han hecho otros que han estado bajo las mismas circunstancias?
¿Qué puedo aprender de todo esto?
Y así, el proceso de duelo puede convertirse en uno de aprendizaje, donde la mejor ganancia es conocerse mejor a uno mismo y utilizar ese conocimiento para enfrentar la vida de una mejor manera. Por algo ha sido popular durante tanto tiempo el aforismo griego: Conócete a ti mismo.
Así que ya sabes, la próxima vez que estés ante una situación de duelo, con la información que acabo de darte, tienes la posibilidad de decidir si experimentar el dolor y aprender de él o quedarte clavado a un sentimiento de sufrimiento que al final de cuentas no es más que un estorbo para nuestro crecimiento y en consecuencia nuestra felicidad.